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8/21/2009

PROYECTO DE RESOLUCIÓN

La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su repudio y preocupación por las declaraciones de la Sra. Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, quien comparó “el secuestro de los goles” del fútbol argentino con la desaparición forzada de personas durante la última dictadura militar, en el acto presentación de la firma del contrato por el cual el Estado nacional televisará la Primera División del fútbol local durante diez años, celebrado en Ezeiza el 20 de agosto de 2009.-

FUNDAMENTOS

Sr. Presidente:

Cómo argumentar lo que es sencillo, humano, y es del orden de lo sagrado: la no profanación de la tragedia de los argentinos. No se puede equiparar goles con desaparecidos sin que suene a una brutal paradoja: fue precisamente la dictadura militar la que utilizó el Mundial de Fútbol de 1978 para tapar con los gritos de los goles el sufrimiento de los torturados. Fue en aquellos tiempos cuando se usó el dinero del Estado para publicitar el “somos derechos y humanos”, una campaña costosísima ideada para contradecir y descalificar a los que denunciaban las violaciones a los derechos humanos fuera de nuestro país y la dictadura desmentía con otro slogan: "es una campaña contra la Argentina”.

Si la profanación es la pérdida del respeto, la banalización de lo que respetamos, los dichos de la Presidenta merecen nuestro más doloroso repudio. La nuestra es historia de profanaciones. Los militares profanaron el sentimiento más genuino de pertenencia, el de Las Malvinas, y utilizaron una causa noble para disfrazar las intenciones de perpetuarse en el poder. Y así vamos por la historia: en nombre de las mayorías, se cancelan los derechos.
Hoy se profanan los derechos humanos al reducirlos a los crímenes de lesa humanidad, cuando, en realidad, fueron las grandes tragedias colectivas las que dieron vida a la idea de que el hombre porta derechos sólo por su condición humana. ¿No hay acaso una idea de divinidad, de sagrado, detrás de esa maravillosa concepción del ser humano definido por su dignidad? Por eso es inadmisible que quien ostenta la mayor y más noble investidura a la que puede aspirar un argentino/a utilice símbolos profanos, por más pasión que entrañe el fútbol, para justificar, o mejor, popularizar una decisión de gobierno. Los buenos gobernantes son los que ejercen el poder con autoridad y no como imposición o extorsión. O lo que es peor, profanando lo que es de todos, la historia del desencuentro de los argentinos. A cuarto siglo de la restauración democrática no se puede ignorar que la libertad es un derecho, no una concesión de los gobernantes. Y cada vez más, los argentinos entendemos que debemos restituir lo que fue violado: la convivencia democrática.

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